miércoles, 5 de noviembre de 2014

La investigación por la muerte de peces en el Cabe se cierra sin sanciones







La culpa no tiene dueño, dice un socorrido refrán. No va desencaminado por lo que respecta al vertido que, a finales del pasado mes de mayo, provocó la muerte de numerosas truchas en el coto de Monforte. Lo de vertido es un decir. La conclusión de las investigaciones realizadas por los servicios de Medio Ambiente de la Xunta es que no existió. Entonces, ¿de qué murieron los peces? Para esa pregunta no hay respuesta. El presidente de la sociedad de Pesca Val de Lemos, que denunció los hechos ante el Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, asiste incrédulo a las explicaciones de la administración. «Esto es lo más parecido a un cachondeo», se queja Roberto Martínez.

La sociedad Val de Lemos no recibió todavía, al menos de forma directa, ninguna información oficial relativa a la denuncia que dirigió en su día al Seprona. Hay pocas posibilidades, sin embargo, de que pueda servir de algo. En respuesta a una reciente iniciativa del grupo parlamentario socialista, la Xunta desveló que las investigaciones realizadas tras la aparición de peces muertos en Ribas Altas no arrojaron «resultados concluíntes».

Las pesquisas corrieron a cargo de los agentes medioambientales de la Dirección Xeral de Conservación da Natureza, que recorrieron el tramo de río donde aparecieron los peces muertos «non localizando ningún vertido que puidese ser o causante». Las piezas que aparecieron flotando en el Cabe, truchas en su inmensa mayoría, fueron retiradas del río para su posterior análisis.

La mortandad se produjo entre la zona de Freixo, donde se encuentra la estación potabilizadora de agua, y las proximidades del puente sobre la antigua carretera de Lugo. Los pescadores que alertaron sobre la existencia de un vertido aseguran que de las aguas emanaba un intenso olor a cloro. El primer avisó se dio alrededor de las ocho y media de la mañana y, según la sociedad de pesca, los agentes de Medio Ambiente llegaron más de dos horas después. La inspección del Seprona se habría producido, según las mismas fuentes, no antes de las cuatro de la tarde.

«La gente está muy cabreada y es normal. No puede ser que a un pescador lo multen porque lleva una trucha que no da la medida por unos milímetros y que luego aparezcan un montón de ellas muertas y no pase nada», dice el presidente de la sociedad Val de Lemos.

En una reciente reunión en Lugo, Roberto Martínez había sido informado por un biólogo del servicio de Medio Ambiente de la ausencia de pruebas concluyentes sobre el origen del vertido de Ribas Altas. Según le explicaron, no fueron detectados niveles de contaminación suficientemente altos como para producir la muerte de los peces. La repoblación del tramo, una de las contrapartidas que reclama la sociedad de Val de Lemos, tampoco está nada clara al menos en los términos en los que la plantean los pescadores.

La entidad que gestiona el coto de pesca Monforte pretendía que la repoblación del tramo afectado se llevase a cabo mediante ejemplares adultos. Medio Ambiente, por el contrario, solo contempla la suelta de alevines de trucha con las mismas características genéticas del río en el que se va a llevar a cabo. Esta medida, impulsada a raíz del rotundo fracaso de la política de repoblaciones de los últimos años, no termina de convencer a los pescadores. «Soltaron en el Cabe 2.000 o 3.000 alevines de cinco centímetros, pero todos sabemos que si salen cien adelante será mucho», opina Roberto Martínez.

 

Fuente: La Voz de Galicia

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