martes, 2 de septiembre de 2014

El cierre de la anchoa frustra un año histórico para la especie en Galicia






Ni por la franja atlántica, ni por la cantábrica. Desde el sábado pasado, el cerco gallego no puede capturar anchoa. De tratarse de un ejercicio normal, los armadores habrían recibido la noticia del cierre de la pesquería casi como quien oye llover. Pero se da la circunstancia de que las resoluciones dictadas por la Secretaría General de Pesca llegan justo en un momento inédito para la especie en Galicia. Está siendo este un año histórico de descargas de bocarte en los puertos gallegos, un ejercicio como no se recuerda en el sector ni en las estadísticas autonómicas, que no son capaces de acreditar volumen semejante desde 1997, hasta donde alcanza la memoria retrospectiva de la plataforma Pesca de Galicia. Es más, según esos registros, solo en el mes de agosto pasado se capturaron más de dos millones de kilos de la especie, cantidad similar a la suma de las descargas de los 16 años anteriores. El momento dulce que la anchoa estaba proporcionando a una flota aguijoneada por la ausencia de sardina en el caladero y por los continuos sobresaltos que proporcionan unas cuotas de jurel y de xarda demasiado ajustadas se ha amargado tras el cierre de la pesquería en la zona IXa -de Fisterra hasta el golfo de Cádiz- hace una semana por agotamiento del cupo concedido a Galicia y por la restricción de la pesca en la VIIIc -de Fisterra al golfo de Vizcaya- que llegó el viernes pasado en virtud de un acuerdo entre las organizaciones de productores del Cantábrico del que muchos, aseguran, no tenían noticia.

Así que una magnífica casualidad, como es la de que el cerco gallego haya dado con un banco de anchoa dentro de sus aguas, se ha convertido casi en un drama: el de tener que dejar escapar el bocarte por dos decisiones con las que no comulgaban la mayoría del sector, al menos el enmarcado en Acerga (Asociación de Armadores de Cerco de Galicia), sostiene su representante, Andrés García.

La que atañe a las aguas que hay de Fisterra para el sur tiene su origen en un reparto de cupos con el que Galicia mostró su desacuerdo en su día, cuando Madrid otorgó a la flota del golfo de Cádiz el 98,86 % de la cuota asignada a España para la IXa y dejó a Galicia con solo el 1,14 %, con la excusa de que, total, nunca se había consumido una cantidad como la que se otorgó a la flota gallega. Los armadores acabaron aceptando el reparto después de que el anterior secretario general de Pesca, Carlos Domínguez, se comprometiese a aumentar el cupo gallego si alguna vez aparecía anchoa en sus aguas. Ahora, el cerco exige que se cumpla «ese compromiso de habilitar cuota para a IXa», explicó García.

Más miga tiene lo de la VIIIc. Ahí, la resolución de cierre obedece a un acuerdo firmado el 23 de junio pasado en el seno de Opescantábrico, la organización de productores que agrupa a Galicia (a través de Opaga), Cantabria y el País Vasco, que estableció que este semestre solo se podía consumir el 10 % de la cuota. La sorpresiva aparición de la anchoa disparó el consumo al 15 %, y cántabros y vascos reclamaron la aplicación del acuerdo, un pacto «que non comunicaron aos socios, co que non estamos de acordo e polo que pediremos responsabilidades», apunta Andrés García.

«É unha cousa fóra do normal. Ninguén se esperaba que en augas de Galicia houbera anchoa tan grande e estas cantidades tan importantes, pero o mar é así», apuntan desde el sector. Tan así que ha dado tintes de confabulación a dos decisiones tomadas en distintos foros y en diferentes momentos temporales pero que han confluido para cortar de raíz la alegría que el bocarte estaba proporcionando a la flota gallega. Porque la que nadaba en caladero gallego no era una anchoa cualquiera. «Era de bo tamaño, de 30 pezas en quilo, como non houbo este ano no golfo de Biscaia, e, por riba, desovada». No es extraño por tanto que a las lonjas gallegas como Portosín, Ribeira o A Coruña llegasen compradores «de importantes firmas de Cantabria e o País Vasco».



Fuente: La Voz de Galicia

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