domingo, 10 de agosto de 2014

Mariano Rajoy poco partidario de la pesca sin muerte: «Quiero comer xurelos y xoubas»







Un enorme zumo de naranja, fruta, tostadas de mantequilla y mermelada y un reconfortante café. Así desayunó ayer el presidente del Gobierno en el bar El comercio, al lado del monasterio de Armenteira. Lo hizo en compañía de José Benito Suárez, presidente de la Autoridad Portuaria de Marín, marido de Ana Pastor y habitual compañero de Mariano Rajoy en sus caminatas por la Ruta da Pedra e a Auga, en Ribadumia. A Rajoy se le veía relajado, tanto que no dudó en sentarse al lado de los periodistas, charlar con ellos y dejarse fotografiar por turistas que se frotaban los ojos para asegurarse de que quien estaba sentado en la terraza diciendo «parece que va a llover» era quien parecía ser.

Está claro que cree a pies juntillas en la recuperación económica y que descansa mejor que el año pasado. De hecho, en su primera noche en Casa Alicia, la vivienda rural en la que repite vacaciones con su familia, se le pegaron las sábanas, y salió más tarde a su caminata diaria. Eso sí, la hizo más larga. En lugar de partir de la rotonda en la que nace la ruta que discurre hasta Armenteira, lo hizo en Pontearnelas y recorrió unos cuantos kilómetros a orillas del río Umia.

Una hora después enfilaba el tramo más difícil, el sendero empinado que discurre paralelo a las alegres cascadas del río y a los rehabilitados molinos de agua. Está en buena forma; tanto, que a los periodistas que buscaban su primera imagen veraniega les costó seguirle el paso, y en más de una ocasión incluso dejó atrás a José Benito, con el que parece ponerse de acuerdo para comprar la indumentaria deportiva; el año pasado, camiseta azul y pantalones beis; este año, camiseta blanca y pantalones azules.

El día amaneció nublado, como la mayor parte de las jornadas de este extraño mes de agosto en las Rías Baixas; pero al presidente del Gobierno no le importó, al contrario. «El tiempo está estupendo, genial para caminar, y también se puede ir a la playa». Cierto, las temperaturas hacían sudar a la comitiva.

Dijo que iba a dedicar las vacaciones a descansar y leer, aunque no tenía decidido todavía qué libro elegir. «Me he traído ochenta cosas y aún no sé lo que leeré, pero lo haré, porque es cuando puedo hacerlo». Lo que no hace, ni ahora ni nunca, es ver la tele. «Aunque cuando llegué vi el torneo de tenis, el de Toronto».

También estará pendiente del Mundial de Baloncesto, «además estuve con los jugadores, que son una gente excepcional». Se atreve incluso a vaticinar una victoria española. «Con Estados Unidos va a ser difícil, pero no imposible, porque son monumentales».

Salidas no va a hacer muchas, aunque en agenda tiene tres previsiones: un encuentro con los suyos del PP, otro con el presidente de la Xunta y una cita ineludible con el Club Náutico de Sanxenxo. Por lo demás, lo que le interesa es disfrutar de los productos de la tierra, «quiero comerme unos xurelos y unas xoubas, y lechuga y tomate como Dios manda», dijo. Y aunque en su Pontevedra disfrutan de las fiestas de A Peregrina, «no tengo previsto ir a los toros, me voy a dedicar a caminar».

Con un humor que nada tenía que ver con la tensión con la que llegó el año pasado, se recorrió «en dos horas menos siete minutos» los trece kilómetros que van de Pontearnelas a Armenteira, sin dejar de saludar y sonreír a todo el que se encontraba, por obra y gracia de los brotes verdes.




Fuente: La Voz de Galicia

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