viernes, 1 de agosto de 2014

Cuando nuestros ríos dicen basta






La contaminación de las aguas es uno de los mayores problemas ecológicos que se viven en la actualidad. A pesar de ser una problemática de nivel mundial, en la zona también se han vivido numerosos episodios de polución acuática. En el último caso, vecinos de los alrededores de Cercio denuncian el deterioro de un arroyo que fluye por esta zona y del que culpan al mal funcionamiento de varias depuradoras instaladas en su cauce. Por otra parte, el embalse de Portodemouros también ha sido motivo de queja, por la gran cantidad de basura que albergan sus márgenes en varios puntos.







La contaminación, en todas sus formas, es, junto con el cambio climático, el agotamiento de recursos naturales y la extinción y pérdida de biodiversidad, uno de los principales problemas a los que las actuales y venideras generaciones deberán enfrentarse. Y la contaminación del agua es, sin duda, uno de los problemas ambientales más serios. No obstante, la OMS (Organización Mundial de la Salud), estima que cada año dos millones de personas mueren en el mundo por enfermedades relacionadas con el agua en mal estado. Además, otros muchos millones no tienen acceso a agua potable. No es nuestro caso. Pero tampoco hay que ir muy lejos para comprobar que la contaminación del agua existe a nuestro alrededor. De esta forma, pocos son los ríos de la zona que se hallen totalmente sanos. El que más y el que menos ha sufrido en los últimos años degradaciones en forma de vertidos o de suciedad incontrolada. Sin ir más lejos, se pueden recordar casos de vertidos en el Asneiro, a su paso por Botos, o en el Deza, en Ponte Taboada, además de reiteradas denuncias por suciedad del cauce a la altura de Merza (Vila de Cruces), por ejemplo. Pero la problemática no cesa y, el estado de los cauces, lejos de mejorar, parece agravarse año a año.

 

 

 
 
El último río afectado ha sido el Río do Cello o Río de Portafixón. Este pequeño riachuelo nace en lo alto del Monte do Carrio y atraviesa las localidades lalinenses de Val do Carrio, Cercio, O Cello, Palio y Rodís. Vecinos de la zona, así como pescadores, han denunciado el deterioro que el pequeño arroyo viene sufriendo desde hace años y que achacan, sobre todo, a las tres depuradoras situadas en Cercio y Palio, que el pequeño cauce soporta en un margen de muy pocos kilómetros. En el río pueden verse franjas de agua turbia en pleno verano, así como espuma acumulada en ciertas zonas. En los lugares en los que las depuradoras desaguan, el olor es muy fuerte y se puede ver un rastro blanquecino provocado por las aguas residuales, que se diluye poco a poco en el río.

Además, la situación se agrava porque una de las tres estaciones de depuración no vierte directamente en el riachuelo, sino que lo hace metros más arriba, en aguas de una pequeña presa que, en esta época del año, apenas lleva agua, y la que lleva es, en su práctica totalidad, residual. José Luís Gómez, vecino de la zona, alerta de que el río no tiene capacidad, ni agua suficiente en verano para soportar tres depuradoras, o como él prefiere llamarle, "decantadoras", porque a su parecer "no funcionan bien y, lo único que hacen es colar el agua". Gómez dice que es necesaria una depuradora que cubra el alcantarillado de las parroquias colindantes, "pero una que funcione bien para todos y no tres que no sirven para nada". Asimismo, considera que no se están llevando a cabo en ellas las labores de mantenimiento suficientes, "porque deberían revisarlas cada seis meses y, desde que se hicieron, solamente las vinieron a limpiar una vez".



 

 
 
"Si esto no cambia, el río está sentenciado", se queja Gómez, que apostilla, asimismo, que este afluente del Arnego "siempre llevó gran cantidad de truchas y ahora quedan moi pocas". Los escasos ejemplares que restan en estas aguas "no tienen que ver con las de antes y muestran un color negro, producido por la contaminación", explica José Luís Gómez.

 
 


"De lo que sembramos así comemos", dice indignado Rodrigo Santalla, vecino de Cumeiro, en Vila de Cruces, jubilado y pescador frecuente en el embalse de Portodemouros, al ver la enorme cantidad de basura que se acumula en zonas del pantano concurridas por pescadores. Santalla, que está dispuesto a llevar a cabo de forma personal una campaña de concienciación, afirma que "es intolerable que haya tanta gente que no respete ni un mínimo su entorno". Además, considera que "las autoridades no muestran preocupación por la situación, a pesar de que la zona tiene una gran riqueza natural, con la presencia, por ejemplo, de muchas aves acuáticas". La gravedad del problema está, según el pescador, en que "no hay basura solamente de ahora, sino que se acumula la de muchos años".

 
Fuente: Faro de Vigo

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