jueves, 31 de julio de 2014

Los vecinos de A Xunqueira salvan al último patito del voraz apetito de las gaviotas







El único patito que sobrevivió el martes al apetito de las gaviotas del río Con ya no corre peligro. Esa misma noche, los vecinos que no descansaban pensando en que las aves marinas no tardarían en zampárselo, bajaron al río y lo rescataron. Fue Chelo Asorey, la mujer de Manuel Oliveira, que tiene una tienda de chucherías junto al río y que ya salvó a otros patitos de las gaviotas carroñeras. «Me puse unas chanclas y bajé, la pata no me dejaba cogerlo, pero al final pude hacerlo. ¡Es que no podíamos permitir que también se lo comieran a él, como al resto de la niñada!».

Así que en la mañana de ayer, el patito era un atractivo más para los niños que entraban en la tienda. Descansaba en una caja de cartón, rodeado de algodón, agua y comida, y se le veía muy a gusto. «Fui a comprarle pienso por la mañana y ya comió», decía Manuel. Él y su familia no son nuevos en estas lides, porque ya rescataron en otras ocasiones a crías de pato que corrían el riesgo de ser devoradas por las voraces gaviotas. Incluso le pusieron nombre. «Mi hija le llama Afortunado, porque de verdad que lo fue».

El patito no paró de recibir visitas toda la mañana, y algunos no entendían cómo la mamá pata se había puesto tan furiosa con Chelo cuando le cogió la cría y no hizo lo mismo con las gaviotas que días antes se comieron a sus otros siete patitos. «Yo creo que es muy joven aún -decía Chelo-. Hay una oca grande que sí los protege, pero claro, no puede estar todo el día detrás de los patitos, y las gaviotas están al acecho, en cuanto pueden, los atrapan y se los comen». Como ocurrió el martes, cuando turistas y vecinos fueron testigos de cómo una de esas grandes aves se llevaba en su pico al único hermano que le quedaba a Afortunado.

Los vecinos se dirigieron hace unas semanas al Concello avalados por 500 firmas para pedir una solución, pero se quejaban de que no se les había hecho caso. Según indicaron fuentes municipales, tenían constancia del problema pero por una conversación informal en la calle. Aún así, el concejal de Medio Ambiente, Jesús Longa, dijo que ya estaba previsto reponer las casetas que había antes y en las que se refugiaban los patitos. Se está estudiando que las construyan los alumnos de carpintería de la nueva edición de la escuela taller que se pondrá en marcha después del verano. La intención es colocar tres o cuatro a lo largo del río, entre el parque de A Coca y Vista Alegre. No garantiza por completo la integridad de los patitos, dada la voracidad e insistencia de las gaviotas, pero al menos tendrán dónde refugiarse.

Afortunado también está protegido. Al menos durante diez días crecerá y engordará tranquilo en la tienda de chuches, con Manuel, Chelo y su familia. «Después lo dejaremos en el río, y es de suponer que sobrevivirá». No se transformará en un cisne, pero al menos impondrá respeto.

 
Fuente: La Voz de Galicia

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