viernes, 31 de enero de 2014

Un mosquito cambia su ADN en función del grado de toxicidad de tres ríos gallegos


Un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) ha constatado que el mosquito 'Chironomus riparius', habitual en los ríos gallegos Sar, Con y Louro, es capaz de modificar sus genes para adaptarse a los altos niveles de contaminación de estas vías fluviales.






El trabajo, publicado en la revista Environmental Toxicology, analiza una amplia batería de marcadores biológicos -moleculares, celulares y morfológicos- en las larvas de este mosquito, sometidas a diferentes grados y tipos de contaminación.
Tras comparar estas muestras con ejemplares libres de tóxicos, el estudio, hecho en colaboración la Universidad de A Coruña, la Universidad de Santiago de Compostela y la Estación de Hidrobiología 'Encoro do Con', concluye que las larvas de estos ríos muestran diferencias en los genes relacionados con la respuesta al estrés, la desintoxicación o la ruta hormonal (que controla el desarrollo y la fisonomía de los insectos).
Eso es lo que ocurre, por ejemplo con los niveles de expresión del gen responsable de producir la proteína HSP70, una sustancia involucrada en la protección de las células en situaciones de estrés o peligro, y que se encuentra en niveles muy elevados en las larvas del río Con, el que tiene mayor cantidad de metales pesados.
Los mosquitos analizados, los quironómidos, son 'una parte muy importante de la fauna que habita los sedimentos de masas de agua dulce y son un eslabón clave en las cadenas tróficas de este tipo de ecosistemas', explica Óscar Herrero, investigador de la UNED.
Y como muchos de los contaminantes ambientales tienden a acumularse en dichos sedimentos, estos invertebrados resultan muy adecuados para estudios de toxicidad ambiental.
Por ejemplo, en el río Con, el más contaminado de los tres ríos analizados y el que tiene menor cantidad de materia orgánica (el alimento de sus poblaciones), los mosquitos experimentaron un descenso notable de su reserva energética, el glucógeno.
'El estrés crónico al que están sometidos por vivir entre tanta contaminación les supone un coste energético elevado y, al no disponer de tanto alimento en ese medio, necesitan obtener energía a partir de sus reservas de glucógeno, lo que explicaría la bajada de sus niveles', explica la investigadora del grupo de Biología y Toxicología Ambiental de la UNED, Rosario Planelló.
Los científicos también han analizado las deformidades que causa la contaminación sobre las piezas bucales de los insectos, y que se traduce en larvas a las que les faltan algunas piezas o tienen varias fusionadas.
El mayor número de deformidades se halló en las larvas de los ríos Sar y Louro, que son los que tienen más tipos de contaminantes y en mayor concentración.
Según la investigación, el Louro, afluente del Miño, tiene elevados valores de pesticidas organoclorados; el Sar contiene altos niveles de residuos de productos farmacéuticos y alquilfenoles, y el Con, el menos contaminado de los tres, contiene gran cantidad de metales pesados -cromo, níquel y cobre-, y algunos pesticidas.

Fuente: Atlántico

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