sábado, 2 de noviembre de 2013

Llega el Frankenfish, el salmón modificado genéticamente





La FDA norteamericana (Food and Drug Administration) da por bueno el informe sobre los riesgos para el ambiente que supone la cría para el consumo humano del salmón gigante, el conocido como Frankenfish, la primera especie animal que formará parte del Frankenfood, o sea, de los alimentos modificados genéticamente. Era el último informe que faltaba para que se apruebe esta especie para la cría y el consumo y, a pesar de las presiones políticas y ecologistas, no tardará mucho la FDA en publicar su aprobación. Plantas modificadas genéticamente ya se encuentran en el mercado, pero este salmón será la primera carne modificada que nos pondrán en el plato y comeremos.

Es un salmón atlántico (Salmo salar), la misma especie que llega a nuestros ríos, cuyo genoma ha sido modificado e incluye un gen promotor del salmón Chinook (Oncorhynchus tshawytscha), del norte del Pacífico. Este gen está relacionado con la síntesis de la hormona del crecimiento, pues el salmón Chinook crece más rápido que el salmón del Atlántico. Además, se ha incluido en su genoma un gen antifrío, procedente de una lamprea oceánica (Macrozoarces americanus), que hace funcionar el gen anterior aunque baje la temperatura ambiental. El resto del genoma es el del salmón del Atlántico.

El salmón, en su ciclo de crecimiento normal, no aumenta de tamaño en invierno, cuando baja la temperatura del agua, pero este gen antifrío impide que el gen de la hormona pare y, por ello, se produce todo el año y el pez crece continuamente. De esta manera, el crecimiento de 3 años en el salmón del Atlántico se consigue en 18 meses. En 700 días, algo así como 2 años, y según datos de la empresa que creó este salmón, AquaBounty, mientras que el salmón normal alcanza los 2 kilos, el salmón modificado llega hasta los 6 kilos. Por cierto, AquaBounty ha bautizado a este salmón con el nombre de AquAdvantage. Y los catadores dicen que, en la mesa, no se distingue del salmón normal.

AquaBounty inició el desarrollo de este pez en 1984 y fue en 1993 cuando presentó su primera solicitud de aprobación a la FDA, que fue analizada, como se hacía entonces, como si fuese una droga, quizá tóxica y peligrosa, y no como un alimento. Hubo que esperar hasta 2008 para que la FDA redactara un protocolo para el estudio, y la aprobación en su caso, de animales modificados genéticamente. Pero fueron las presiones políticas las que retrasaron la decisión final sobre el salmón gigante. En 2011 y casi todo 2012 el proceso de evaluación estuvo detenido. Incluso ocho senadores de la costa del Pacífico, donde se encuentra la poderosa industria del salmón Chinook, contribuyeron a la demora con una carta enviada a la FDA insistiendo en los riesgos para la industria y puestos de trabajo y para el ambiente, y amenazando con promover la retirada de subvenciones a la agencia si el Frankenfish no era rechazado.

En el fondo, son dos los problemas que se han planteado para la aprobación de este animal transgénico. Para el ambiente, se ha sugerido que, si escapa  e interfiere y, sobre todo, si se cruza con la especie original, por su tamaño y crecimiento continuo, podría acabar con ella. La descendencia del salmón gigante es menor que la del salmón del Atlántico y, con menos crías, podría extinguirse en, se ha calculado, 20 o 30 generaciones. AquaBounty argumenta que sus salmones gigantes son en un 99.8% triploides (cada célula tiene tres grupos de cromosomas frente a los dos grupos habituales) y, por tanto, infértiles. Además, AquaBounty no produce machos, solo hembras.

El segundo problema que se ha planteado sobre este animal es que, al tener modificado el ADN, pueda provocar reacciones alérgicas no esperadas o incrementar las que tienen las personas alérgicas al salmón. Sin embargo, AquaBounty asegura que el salmón modificado no es más productor de alergias que la especie original, el salmón atlántico. Pero no hay experimentos directos publicados sobre estas posibles alergias ya que no es fácil medir la reacción alérgica que provoca un determinado alimento. Tanto la FDA como varios expertos recomiendan seguir buscando nuevos métodos de estudio sobre nuevas alergias alimentarías.

Hay quien considera un récord de tiempo todo el proceso regulador de la FDA sobre el salmón gigante. Es el seguimiento más prolongado y exhaustivo de la historia de la agencia. En realidad, ha sido más bien largo que muy exhaustivo, debido a las interferencias políticas que lo han detenido y puesto en marcha de nuevo varias veces en los 20 años desde que se presentó la primera solicitud por parte de AquaBounty.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario