martes, 17 de septiembre de 2013

La pesca también es apta para discapacitados


Durante toda la mañana, personas con diferentes discapacidades aprendieron el oficio de la pesca


La pesca requiere dos cosas: tiempo y paciencia. Uno acude a su orilla favorita, echa la caña y espera. No espera por nada en concreto, solo deja pasar las horas y, si hay suerte, que pique algún pescado que interrumpa esa calma que da el mar. Al fin y al cabo, el que va a pescar no va a ello pensando en los peces que se llevará a casa, va porque le gusta pescar y punto.

Ayer, la asociación pontevedresa Amizade aprovechó el día para meter el gusanillo de la pesca en alguno de sus miembros. Acercarse a la ría, tirar el anzuelo y descubrir esa ilusión permanente que produce la espera siguiente. También y ya de paso, descubrir al mundo que las personas con discapacidad son quien de realizar las tareas y metas que se pongan por delante siempre que cuenten con las condiciones adecuadas. Sus limitaciones físicas compiten con su infinita determinación y ganas de vivir.

Quizás ayer alguno se haya quedado con el ritual y mañana compre su propia caña de pescar y vuelva por su cuenta hasta el muelle de las Corbaceiras, como hizo la mañana del sábado, para disfrutar del sol que aún luce radiante estos últimos días que quedan de verano.

Así fue cómo la asociación Amizade reunió a casi una veintena de sus miembros a la orilla de la ría y, junto a los familiares que quisieron acompañarles y los pescadores voluntarios que ofrecieron su ayuda para esta pequeña actividad, pasaron una auténtica mañana de descubrimiento y aprendizaje.


Varios pescadores se ofrecieron voluntarios para llevar a cabo la estimuladora propuesta



Nada se puede aprender si no se cuenta con un buen maestro. La pesca, ese arte de captura pasada por agua, no es nada fácil. Por ello, fueron varios los pescadores que ofrecieron su experiencia y conocimiento para poder llevar a cabo esta actividad de descubrimiento. Así, tanto apoyados en la barandilla como sentados en algún banco cercano, los maestros de la pesca, enseñaban a sus nuevos pupilos cómo se echaba el sedal, se ponía el cebo y profundizaban en el ritual de preparación.

Consejos y lecciones ofrecidas desinteresadamente hicieron la mañana mucho más interesante que de costumbre. Paulo Fontán, presidente de la asociación Amizade, se mostraba contento y hablador. El cielo les había acompañado y la temperatura estaba muy cerca de la ideal, más que aguantable con una gorra y su respectiva visera. La suerte también ofrece su cara amable cuando toca.

Los peces no estaban muy por la labor de ser atrapados, aunque algún amago sí que hubo. Tampoco puede ser llegar y vencer. Las cosas a su tiempo y recordando las dos normas básicas de la pesca: paciencia y tiempo. Si a esas leyes le añadimos algo fundamental como son las ganas de hacer algo, y de las que ayer iban sobrados todos los presentes, tendremos una nueva afición. Las aficiones da igual cuando lleguen, lo importante es que lo hagan.

  

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