martes, 4 de septiembre de 2012

Los pescadores, como en casa en Cangas de Onís

Francisco Rozada, ayer, leyendo el pregón de la Fiesta del Pescador en Cangas de Onís, con el público al fondo


La ciudad de Cangas de Onís fue durante el día de ayer una localidad colapsada ante los múltiples acontecimientos que iban a tener lugar a lo largo de la jornada. Y el acto más multitudinario de la mañana fue la Fiesta del Pescador, una actividad que se convierte cada año en homenaje a los ribereños del Sella. Desde bien temprano la música se apoderó de las arterias principales con los pasacalles de la banda de gaitas Ciudad de Cangas de Onís y de la incansable charanga candasina de 'Pepe el Chelu'. En la zona del puente romano se realizó la ofrenda floral, la lectura del pregón, un concurso de pesca a mosca y, finalmente, se homenajeó al ribereño Manuel González Otero 'El Lecheru' y al grupo de 'Les Madrileñes del Sella', cuatro mujeres que todos los años acuden puntuales a la cita con el río.

Desde las rocas calizas del puente romano Eloy Pereña y Pepe 'El Sevillano' fueron los encargados de lanzar a las aguas del Sella una corona de laurel en recuerdo de los pescadores fallecidos. Y de dar lectura al pregón se encargó Francisco Rozada, cronista oficial del concejo de Parres.

En su canto al Sella, Rozada valoró que el cauce fluvial, de 56 kilómetros, lleva «milenios contemplando, desde dentro y desde fuera del agua, la vida de varios concejos». Detalló que en los últimos siglos la pesca en el Sella pasó de «ser exclusiva a estar democratizada». Y recordó que en el año 1572, los ribereños Juan García y Alonso de Escobio, habían sido «denunciados por pescar salmones y no haberlos entregado a los que tenían los derechos sobre el río», que no eran otros que los detentadores de títulos nobiliarios y eclesiásticos. Y detalló la anécdota del marqués de Camposagrado que «en una mañana pescó una docena de salmones, a mano». Esa abundancia piscícola le condujo a relatar la coletilla que los trabajadores querían incluir como cláusula al contratarse de «no comer salmón más de dos veces por semana». Y en relación a los momentos actuales, y para finalizar, Rozada matizó que «en tiempos de catarsis colectiva es el momento del rigor, la lealtad y el patriotismo. Desde este puente medieval que vio discurrir tanta historia y une a parragueses y cangueses, es necesario ensamblar lazos de vecindario y de solidaridad de hermanos».

El pescador homenajeado este año fue Manuel González 'El Lecheru', de 89 años, que se definió a sí mismo como «ribereño en tiempo sobrante» porque sólo probaba fortuna con la caña cuando le dejaba tiempo libre su ocupación de «inspector de Nestlé». Manuel González echó a tierra «más de mil salmones» en su vida y la mejor captura fue un pez de «13,750 kilos, en El Brezu, en 1963». Recordaba Manuel ayer que la casa familiar que levantó en la localidad de Villanueva la había pagado «con la venta de salmones durante seis temporadas». Y de la pesca actual reconoció que «las técnicas y las artes cambiaron mucho. En el río hay ahora más gente, menos peces y poca formalidad entre los jóvenes, que te atropellan». Manuel, natural de Bode, se casó con la canguesa Luisa Cimentada y del matrimonio nacieron cuatro hijos: Luisma, María Jesús, Luisa María y Pedro. En la última campaña salmonera logró capturar tres ejemplares, todos ellos en el puente de Villanueva. Recordó que en el año 1965 consiguió echar a tierra sesenta y cinco salmones.

«Cogilu en el Berezu y lu saqué en El Capitán», rememoró Manolo, quien mantuvo una lucha de cerca de una hora con aquel precioso salmón. «Valió siete mil pesetes y me lu compró Lalo el de Collía», explicó con una prodigiosa memoria el veterano ribereño. «No dejé de trabajar nunca para ir al ríu», explicó, ya que durante casi cuatro décadas trabajó en una firma láctea de Sevares (Piloña).

También se tributó homenaje a cuatro mujeres, madrileñas de residencia, que todos los años acuden cuatro días al Sella y tienen especial predilección por el pozo del Golondrosu: Belén Mendizábal, Regina Guardado, Lola Vignau y Marisa Azcunaga.


El cangués Federico Vega prueba fortuna en el concurso de pesca a mosca, en Cangas de Onís



«Ahora que la bonanza económica se adentra en un túnel y las limitaciones van a más, tomaremos ejemplo de los plateados peces de nuestros ríos para nadar contra corriente de la ineptitud, la torpeza, la vacuidad y los desatinos que nos han llevado a la situación actual», manifestó Fran Rozada, pregonero de la Fiesta del Pescador, desarrollada ayer en Cangas de Onís. «Nos hará falta paciencia, la misma que demuestra el pescador que se acomoda a la orilla del río en la espera confiada de que, en algún momento, tendrá éxito», añadió el cronista oficial de Parres.

El evento aglutinó a numeroso público en los alrededores del famoso «puente romano», ya que coincidió con el paso de la Vuelta Ciclista a España por Cangas de Onís. Finalizado el pregón y después de depositar la denominada Corona de San Pedro -una corona de laurel- en las aguas selleras en memoria de aquellos pescadores que en su día compartieron devoción por ese arte de la pesca en los ríos del Oriente, se procedió al campeonato de lanzamiento de mosca, en las modalidades de distancia y precisión, al que concurrieron dieciséis deportistas.


Los homenajeados, los premiados y las autoridades, ayer, en la Fiesta del Pescador de Cangas de Onís

El onisense Alfonso Collado López, de Talaveru, se hizo con el título de campeón de Asturias, al totalizar 69 puntos. En segundo lugar se clasificó Ángel Fernández Soto, «Canalón», de Cangas de Onís, con 65 puntos, los mismos que obtuvo el igualmente cangués Javier Vega Díaz, conocido por «Javi la Pina», quien quedó tercero. Manuel García Marcos, «Manolo el Molineru», de La Vega (Parres), fue cuarto, en tanto los ovetenses Javier Saavedra y su padre, Eugenio -además de aficionado a la pesca del salmón es presidente de la Federación de Hípica del Principado-, ocuparon la quinta y la sexta posición.

 

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