jueves, 12 de julio de 2012

Las truchas arcoíris tienen una ‘brújula’ en el hocico


El estudio se ha basado en las truchas arcoíris, un pariente cercano al salmón del Pacífico

Científicos alemanes han localizado las células sensoriales que permiten a los animales orientarse en sus migraciones gracias al campo magnético de la Tierra.

Los expertos de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, al sur del país, centraron su estudio en las truchas arcoiris, parientes cercano del salmón del Pacífico, que nadan hasta 2.000 millas por aguas marinas hasta alcanzar con precisión los ríos en los que nacieron para desovar cuando son adultas.

El profesor Michael Winklhofer, director del estudio, que se publica en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), explicó hoy que algunas de las células en las mucosas olfatorias de estos peces contienen magnetita de óxido férrico, que el cuerpo de los animales produce por mecanismos todavía desconocidos.

Las células convierten la información sobre el campo magnético de la Tierra en un impulso nervioso que a su vez indica al animal la dirección correcta que debe seguir para alcanzar su meta, dijo Winklhofer, cuyo equipo considera que otros animales como las aves, los mamíferos y los reptiles se orientan de igual manera.

El experto alemán subrayó que tan sólo una de cada 10.000 células olfatorias es magnética y comentó que "ese es el motivo de que se haya tardado tanto tiempo en progresar en este tipo de investigación: porque son muy escasas".

"Localizar las células sensoriales magnéticas ha sido literalmente como buscar una aguja en un pajar", señaló Winklhofer, quien recordó que desde hace casi 50 años se sabía que los animales se orientaban por el campo magnético de la Tierra, pero se desconocía hasta ahora el funcionamiento de su brújula interna.

Los científicos muniqueses han logrado por primera vez aislar células completas que contienen magnetita de óxido férrico del tejido de las truchas para demostrar su magnetismo y comprobar con la ayuda de un campo magnético en rotación su reacción, que no tenían el resto de las células.

El hallazgo de las células es "un paso muy importante" y la condición previa para identificar seguidamente el gen responsable de la orientación a través del campo magnético de la Tierra, también para una posterior comparación con el genoma humano una vez conocida la estructura de dicho gen.

"Los humanos no tenemos un sentido del magnetismo o por lo menos no somos conscientes de ello. Pero puede ser que nuestros antepasados lo tuvieran. Quizás contemos con células que producen magnetita", dijo Winklhofer.

Anteriormente, científicos alemanes de la Universidad de Duisburg-Essen habían comprobado que los grandes mamíferos son capaces de orientarse por el campo magnético de la Tierra y que reaccionan igualmente ante la presencia de campos electromagnéticos como los que producen las líneas de alta tensión.

Winklhofer destacó que los peces se desorientan ante campos magnéticos de origen humano como las redes eléctricas sumergidas de los parques eólicos marinos, que parecen influir en sus migraciones.

Reacciones similares se presumen en los humanos en el caso de que contemos aun en mayor o menor medida con algún resto de ese sentido de la orientación a través del magnetismo.

"Las investigaciones pueden tener su importancia en relación con la llamada contaminación eléctrica", señaló Winklhofer, ya que un elevado número de células magnéticas en el cuerpo elevaría la sensibilidad y explicaría los males que sufren algunas personas en contacto con los campos magnéticos.


 

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