jueves, 26 de julio de 2012

Doxa




El 14 de diciembre de 2008 nada hacía pensar a los arousanos que, al día siguiente, iban a vivir una de esas jornadas negras que se registran en la ría cada cierto tiempo. Las previsiones del tiempo avanzaban que el lunes 15 iba a ser un día frío pero soleado, en el que barcos de Cambados y Rianxo se harían al mar para capturar la primera vieira de la temporada. Nadie se imaginaba que, durante la noche, un carguero chipriota bautizado como Doxa iba a reclamar una dramática cuota de protagonismo.



El Doxa es un bulkcarrier de 173 metros de eslora. Obsérvese su estado general


El 15 de Diciembre de 2008 mercante chipriota Doxa se encontraba fondeado en medio de la ría de Arousa, a 1,6 millas de la playa de Cabío, frente a Pobra do Caramiñal. Estaban a bordo los 23 tripulantes del buque de los que el capitán y el segundo oficial eran griegos, un marinero ucraniano y el resto de Filipinas.

A las 03.00 horas se declara un incendio en la sala de máquinas. Tras comprobar que el fuego no se podía sofocar con los medios propios, los tripulantes pidieron ayuda, saltaron al agua y se instalaron en balsas salvavidas, de donde fueron recogidos por los medios dispuestos por Salvamento Marítimo, la Xunta de Galicia y Vigilancia Aduanera.

Un marinero de nacionalidad filipina falleció, ocho resultaron heridos y el resto pudo ponerse a salvo.


El incendio pudo originarse en algún camarote de la tripulación

El buque mercante Doxa, de 173 metros de eslora y 22 de manga, fue construido en 1983. Llevaba bandera de Chipre y se encontraba en lastre y sin carga. Esperaba recibir un flete después de haber descargado 25.000 toneladas de maíz en el puerto de Vilagarcía.

El siniestro de inició a las 03.00 horas en la sala de máquinas, cuando el mercante se encontraba fondeado frente a la playa de Cabío, en el municipio pontevedrés de A Pobra.

El operativo de Salvamento para la extinción del fuego comenzó a las 3.56 horas. Fue extinguido por los buques María Pita y Sebastián de Ocampo, de Salvamento Marítimo y Xunta, respectivamente. Mientras los tripulantes que se hallaban en los botes salvavidas eran rescatados por la embarcación del Servicio de Vigilancia Aduanera Colimbo II y llevados al Puerto de Vilagarcía. El buque polivalente de salvamento y lucha contra la contaminación marina Don Inda también se encontraba en el lugar de la emergencia.

En el operativo también participaron la embarcación de intervención rápida Salvamar Sargadelos, la lancha Illa de Cortegada de Inspección Pesquera y el helicóptero “Pesca I” de la Xunta de Galicia. También se trasladó a Pobra de Caramiñal material de lucha contra la contaminación que se almacena en la base estratégica de A Coruña por si fuese necesario.


Existió la evidente preocupación por los colectivos marisqueros


Una ambulancia asistencial, dos concertadas y un médico de urgencias se personaron en el Puerto para prestar los primeros auxilios a los 21 tripulantes, de los que sólo ocho presentaron contusiones y cuadros de intoxicación por monóxido de carbono.

Desde Capitanía se contactó con los Bomberos do Salnés que enviaron dos equipos con un total de 15 efectivos. Mientras unos procedían a apagar los últimos rescoldos del fuego, otros buscaban al tripulante desaparecido, en tanto que los otros medios destacados en el siniestro se dedicaban al achique de agua de la bodega de popa, inundada en la extinción de las llamas.

Uno de los tripulantes del barco, que en un principio estaba desaparecido, fue encontrado muerto. El fallecido era el tercer oficial de máquinas, de nacionalidad filipina y 52 años de edad, que fue localizado sobre las doce del mediodía en la segunda cubierta del barco, a la altura del puente.

De los miembros de la tripulación rescatados ocho fueron atendidos por contusiones, problemas respiratorios y quemaduras.


El cuerpo del marinero fallecido es bajado a tierra una vez autorizado por el juez


Alrededor del Doxa fueron dispuestas barreras anticontaminación para evitar problemas con el combustible del barco. Sin embargo, según declaraciones de la Autoridad Portuaria de Vilagarcía, no se produjo fuga alguna.

Sobre de las cinco de la tarde, el mercante fue remolcado a puerto, según ha informado Martín Rosales, capitán marítimo. Una vez en las instalaciones portuarias, el juez autorizó el levantamiento del cadáver, que fue trasladado al hospital provincial de Pontevedra para proceder a su autopsia.

Un mes después del siniestro el buque mercante Doxa emprendió su regreso a casa. Acompañado de dos remolcadores de la rada arousana y del suyo propio, abandonaba Vilagarcía y después de un largo viaje de 15 días por aguas atlánticas y mediterráneas hasta llegó al conocido puerto de Pireo, en Atenas, donde fue reparado.


A las 03:56 horas empezó el operativo de Salvamento


Fuentes de la armadora desvelaron que pese a que el buque se encontraba en "excelentes condiciones", bien es cierto que la reparación del puente y de los dos últimos pisos de camarotes ascendió a más de siete millones de euros que fueron costeados por la aseguradora.

El armador explicó que la idea de llevar el buque a reparar a Grecia fue debido a que allí "conocemos mejor el país y tenemos más contactos para poder llegar a acuerdos más específicos". Además, el remolcado le sale barato porque la embarcación que guía al "Doxa" en su travesía es propiedad del mismo armador.

La demora del armador a la hora de remolcar el Doxa hasta un astillero donde poder ser reparado y abandonar así la rada arousana fue debido a que, días después del incendio, el Juzgado Militar y Naval de Ferrol emitía una orden de embargo para presionar al propietario del buque a abonar los cuantiosos gastos de las operaciones de salvamento desarrolladas el día del siniestro.

 
En esta foto se puede apreciar la escora que se estaba produciendo en el buque


Una vez abonada la cantidad, el armador sólo necesitó de un documento firmado por la Capitanía Marítima de Vilagarcía que le da luz verde para abandonar en cualquier momento las aguas de la capital arousana, como así ocurrió.

Documentación y pruebas extraídas del interior del buque por parte de la Policía Científica fueron analizadas en conjunto con las declaraciones de todos los miembros de la tripulación que se encontraban a bordo en el momento del incendio.

 
Por suerte no se produjo contaminación significativa en el mar


Tanto fuentes del departamento autonómico de Pesca como de la Capitanía Marítima consideraron que el fuego se originó en la zona de camarotes y, según conjeturas, pudo deberse a cualquier circunstancia, tanto a un cortocircuito como a una colilla mal apagada. El incendio se extendió y acabó afectando a la zona de máquinas.

Todas estas investigaciones fueron puestas en conocimiento del Estado de la bandera del buque, Chipre, que fue el que inició el procedimiento de investigación, y será quien confirme si las llamas fueron a causa de un fallo humano o de un cortocircuito.


El Doxa fondeado, visto desde el mirador


La Plataforma en Defensa de la Ría de Arosa (PDRA), señaló que el incendio del mercante chipriota evidencia una vez más la "mala calidad" del tráfico marítimo del Puerto de Villagarcía, cuestión denunciada en varias ocasiones por el colectivo.

El portavoz de la Plataforma, Joaquín Rubido, advirtió de que si este accidente se hubiera producido dentro del puerto, donde están los depósitos de hidrocarburos de Ferrazo, la situación habría sido "mucho más grave y realmente peligrosa" para la población de Villagarcía.

Joaquín Rubido también denunció el incumplimiento del acuerdo firmado en su día por el PSdeG-PSOE, BNG y la Plataforma en Defensa de la Ría de Arosa para el desmantelamiento y el traslado de los depósitos de hidrocarburos de Ferrazo. "Los accidentes ocurren. Nosotros lo veníamos advirtiendo y se ha demostrado hoy. Lo que hay que hacer es tomar medidas de prevención. Y una de esas medidas tiene que ser la retirada de los depósitos del muelle de Ferrazo", manifestó el portavoz de la plataforma.


El carguero Doxa abandonando la Ría de Arousa, un mes después del accidente


Aunque el estado del Doxa no era malo, lo ocurrido despertó de nuevo las voces de alarma sobre las condiciones en que los grandes mercantes surcan la ría de Arousa, una de las mayores despensas de productos pesqueros y marisqueros de toda Europa. Los representantes de las cofradías de pescadores y de las organizaciones de mejilloneros reclamaron que se extreme la vigilancia sobre los cargueros que frecuentan los puertos arousanos. Y, en especial, el mayor de todos ellos, el de Vilagarcía.

El capitán marítimo, Martín Rosales, insistió en que el mantenimiento estructural del barco chipriota, que incluso fue inspeccionado en la capital arousana, era bueno. Tan solo se detectó una deficiencia menor, que no incidía en sus condiciones de navegación y que fue subsanada de inmediato. «En absoluto se puede considerar como un buque basura», apuntó Rosales.

No está tan de acuerdo con esta afirmación la Plataforma en Defensa da Ría de Arousa, cuyo presidente, Xaquín Rubido, destacó que el buque tiene 25 años «e unha tripulación mal pagada e con escasa formación profesional». Según sus datos, hacía un año los marineros eran mayoritariamente ucranianos, mientras que quienes sufrieron el incendio son de procedencia filipina, a excepción del capitán, griego, y de uno de sus oficiales, un ciudadano ucraniano.

Benigno Chaves, patrón mayor de A Illa, razonaba al respecto: «Isto demostra que os accidentes ocorren, que o risco existe e que se fose un gaseiro igual estabamos falando dunha catástrofe». Algunos, como Carmelo Vidal, el patrón de Cabo de Cruz, consideran que los fondeos deben incluso llegar a prohibirse: «Entendo que os barcos necesiten un sitio, pero o que non pode ser é que estean no medio da ría para non pagar un atraque». De la misma opinión son portavoces de los colectivos mejilloneros como Agustín Pose y Manuel Franco.


El Sebastian de Ocampo trabajando para apagar el incendio


Y hubo unos cuantos héroes silenciosos. Martín Rosales, el capitán marítimo de Vilagarcía, apuntaba días después del incendio a algunos de ellos: los propios tripulantes. «Hubo quien llegó a salir del hospital para guiar a los bomberos y ayudarnos en todo», dijo el responsable de la seguridad en la ría. Si la voluntad de los marineros fue importante, más determinante resultó el impecable ejercicio de profesionalidad desarrollado por los bomberos de O Salnés.

El responsable de este servicio, David Padín, recuerda perfectamente aquella jornada. Nada más conocer la noticia, llamó a toda la plantilla. Y mientras los bomberos iban llegando y pertrechándose, él y el capitán marítimo se trasladaron al barco «para hacer una primera inspección», que incluía un rastreo con la cámara de visión térmica y una valoración de la escora del barco. «Luego volvimos a tierra a recoger al resto de la gente, nos dividimos en dos grupos: uno para buscar a la persona que se encontraba desaparecida y otro para realizar las tareas de extinción». Nada fue fácil en aquella eterna jornada de trabajo. Ni acceder al barco. «Tuvimos que subir por una escalera de gato -de cuerda- y con el equipamiento tan pesado que llevamos resultó bastante complejo». Casi tanto como manejarse en los angostos pasillos del buque, cegados por el denso humo.

«Todo era complicado. Estábamos en un medio que no dominábamos, el suministro de agua era complejo, porque el barco tenía inutilizadas sus bombas, y además teníamos que calcular con mucho cuidado cuánta usábamos, porque en el barco las superficies eran de hierro y si generábamos mucho vapor al final lo que íbamos a lograr era cocernos».

Todos los cálculos se hicieron a la perfección, y la maniobra de extinción del fuego fue aplaudida unánimemente. Aún así, los bomberos han querido seguir formándose para hacer frente a este tipo de situaciones, y cada cierto tiempo visitan barcos llegados a puerto, «especialmente los que traen algunas mercancías que pueden resultar peligrosas».


Imagen aérea nocturna del buque en llamas


El Doxa fue remolcado al puerto de Vilagarcía, donde permaneció hasta que su armador, Giorgos Alexandratos, decidió ordenar su traslado al puerto de El Pireo.

Cuando el barco inició su largo viaje hacia Grecia -tenía casi 4.000 kilómetros por delante- el mes de enero de 2009 ya estaba enfilado. Bastante antes, los tripulantes filipinos habían podido regresar a su casa. Tras pasar varios días hospedados en Vilagarcía, temiendo no poder volver a casa a tiempo para pasar la Navidad, el 19 de diciembre los tripulantes recibieron la visita del cónsul honorario de Filipinas en Galicia, Elías Lamelas, quien les entregó los salvoconductos que les abrirían las fronteras de España. Su odisea se acabaría allá.
 
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario