miércoles, 4 de julio de 2012

Aparece el Códice Calixtino cerca de Santiago






El Códice Calixtino ha aparecido. El manuscrito estaba envuelto en una bolsa de plástico, a primera vista, en perfecto estado, oculto en un garaje de Milladoiro, cerca Santiago, del que la Policía desconocía su existencia y que habría sido revelada por uno de los cuatro detenidos por el robo en el transcurso de los interrogatorios que se están llevando a cabo desde que ayer se produjesen los arrestos.

La aparición del Códice Calixtino ha disipado la principal preocupación de los investigadores, que era que el manuscrito hubiese sido vendido o destruido. Por ello, cuando lo han visto ante sus ojos, entre los agentes de la Brigada de Patrimonio Histórico y del propio juez instructor, José Antonio Vázquez Taín, se han producido escenas de auténtica euforia y alegría.

Un año después de la desaparición del códice, el pasado 5 de julio del 2011, la Brigada de Patrimonio de la Policía Nacional hizo ayer las primeras detenciones en relación con el caso. El principal sospechoso del robo es José Manuel Fernández Castiñeiras, un técnico electricista residente en Milladoiro que trabajó durante más de 25 años como autónomo en el templo compostelano y llegó a falsificar un documento laboral para simular ser un trabajador fijo contratado en la catedral. Poco antes del 2009, y ante una regulación de empleo, desde el templo se rompió la relación laboral que mantenían con él. Fuentes de la catedral avanzan, sin embargo, que, después de que dejase de trabajar allí, el detenido acudía todos los días al lugar sin ningún cometido específico. El antiguo trabajador reclamó incluso 40.000 euros por despido improcedente.

Junto a José Manuel Fernández Castiñeiras, arrestado en la calle, también han sido capturados, en el domicilio familiar de Milladoiro (Ames), su mujer, María Remedios Nieto Mayo, y su hijo, Jesús Fernández Nieto, y la supuesta novia de este último, María Jesús Quinteiro Seoane, en la residencia de sus progenitores. Los tres podrían tener la consideración de cómplices. Los cuatro detenidos por el robo del Códice Calixtino se encuentran en la comisaría de Santiago de Compostela, y mañana pasarán a disposición judicial, según el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia.

Los detenidos tenían en su poder uno de los Libros de las Horas también sustraído, llaves de la catedral y 1,2 millones de euros

La policía vigilaba al antiguo trabajador del templo desde hace tiempo y a lo largo de esta semana los agentes han realizado varios registros en en domicilios, garajes y trasteros de Santiago, O Milladoiro, Negreira y O Grove por el robo del Códice Calixtino, en los que se han encontrado ocho copias del Códice, libros religiosos antiguos de gran valor -entre ellos, uno de los Libros de las Horas, cuya desaparición también fue denunciada por el deán de la catedral-, documentación relacionada con los responsables y religiosos del templo compostelano, correspondencia de los canónigos, llaves de acceso a dependencias de la catedral, una gran cantidad de monedas y otros objetos artísticos procedentes del lugar y 1.200.000 euros en dos inmuebles distintos .

Fuentes de la investigación confirmaron que José Manuel Fernández Castiñeiras es el principal sospechoso del robo del Códice.

La policía y el juez instructor del caso, José Antonio Vázquez Taín, continuaron con los registros hasta las 04.30 horas. A lo largo de la jornada de hoy se practicarán diligencias.

Durante todo este año, el extrabajador de la catedral ha sido vigilado por la Policía, que incluso ha intentado entrar en contacto con él de modo indirecto para negociar la devolución del famoso libro, que se considera como la primera guía turística del Camino compostelano. Cuando los investigadores se han convencido de que el sospechoso no cooperaría, han optado por detenerlo para intentar desbloquear el caso.

La primera noticia de la desaparición del Códice Calixtino fue recibida como un imposible. El 6 de julio del 2011 la policía confirmó que investigaba la falta del Liber Sancti Iacobi de la caja fuerte de la catedral de Santiago, aunque no podía precisar el día exacto, entre el 30 de junio y el 5 de julio, en que la joya dejó de estar en su lugar. Las palabras desaparición o extravío fueron dejando paso en los primeros días a la hipótesis del robo, una teoría apoyada en todas las líneas de investigación por una colaboración interna por la dificultades de acceder al libro, aunque la policía señaló deficiencias en el sistema de seguridad y fallos en la manera en que se conservaba la pieza en el archivo.

En las primeras horas se apuntaron dos posibles móviles: una venganza interna, dirigida fundamentalmente contra el deán de la catedral y entonces responsable del archivo, José María Díaz; y un robo realizado por encargo de un coleccionista. Algunos especialistas valoraron el Códice en 10.000.000 euros y el famoso ladrón de obras de arte Erik el Belga explicó que un robo así se puede encargar por 150.000 euros pero que no se podría realizar sin colaboración desde dentro.

La policía, con la incorporación de especialistas de la Brigada de Patrimonio Histórico, comienza a estudiar cerca de 400 horas de cintas de las cintas de vídeo de las 25 cámaras que la catedral tenía instaladas. Con un problema añadido. En la habitación en la que se guardaba el libro no había cámaras, las más cercanas estaban situadas en los pasillos de acceso. El operativo incluye controles de carreteras al que se suman efectivos de la Guardia Civil y de la Guardia Nacional Republicana en Portugal.

Pasado un mes de la desaparición la policía mantiene abierta todas las líneas de investigación. El robo se convierte en hurto o un secuestro aprovechando, según los investigadores, la concurrida circulación en el interior del templo y la falta de control sobre el acceso al interior y las mochilas.

En esos días el Arzobispado de Santiago pide a los ladrones que lo devuelvan y el gobierno descarta ofrecer una recompensa por su retorno.

Tres meses después, el deán dimite como archivero catedralicio reconociendo que la desaparición del Códice es determinante en esa decisión y que, según todas las versiones, las llaves de la caja en la que se conservaba el libro junto a otros documentos estaban puestas en la cerradura.


Garaje donde apareció el Códice



El descubrimiento del Códice Calixtino en una garaje de O Milladoiro no fue sencillo. Cuatro agentes de la Policía Nacional se personaron después del mediodía en el céntrico bar El Boulevard de la localidad y pidieron la ayuda de dos personas, que debían de actuar como testigos en la operación. Los elegidos fueron los padres del dueño del establecimiento, que acompañaron a los policías a un garaje cercano.

Una vez en el inmueble, que los detenidos utilizaban como trastero, comenzaron a remover trastos y bolsas en busca del Códice. De forma metódica, primero por la zona derecha del habitáculo, después por el fondo, y finalmente por la izquierda.

En una primera inspección no lo encontraron. Sí descubrieron una maleta con , según Begoña Bravo, una de las testigos, y varias .

En torno a las 14.30 horas llegó al garaje el juez, con la intención de levantar acta del posible descubrimiento. Y fue cuando uno de los agentes se fijó se fijó en un pequeño montículo formado por ladrillos y bolsas de cemento: ¿Habéis mirado en esas bolsas?, preguntó. Tras retirar parte del material, descubrieron que bajo el mismo se escondía una pequeña caja, que a su vez contenía una bolsa del plástico. Dentro estaba el Códice Calixtino, según las primeras informaciones en buen estado de conservación.

En el trastero encontraron además más material antiguo, que está pendiente de ser analizado por los peritos.

Los dos testigos que vivieron el momento histórico, Begoña Bravo y su esposo Mauricio García, explicaron a La Voz de Galicia que el momento del hallazgo fue de gran emoción entre todos los presentes. Además, afirmaron que conocían de vista al detenido, pero que jamás imaginaron que el Códice pudiera estar allí.


Exterior de la vivienda del principal sospechoso

La policía vigila la salida del garaje donde fue encontrado el Códice Calixtino

La policía llevaba meses tras la pista del Códice

Entrada al archivo donde se exhibía el Códice

Imagen del deán José María Díaz esta mañana

El culebrón que envuelve al robo del Códice Calixtino, hace un año, va completando capítulos. El electricista detenido por la sustracción, junto a su mujer, su hijo y la novia de éste, había trabajado en la catedral de Santiago durante más de 25 años como autónomo, de ahí que conociera el templo como su propia casa.

Su ambición le pudo y pensó que trabajar por su cuenta no era un buen negocio, así que decidió falsificar un documento laboral y fabricar su propio contrato como trabajador fijo. Cuando los responsables de la catedral lo descubrieron, lo despidieron. A partir de ahí enjaretó su particular venganza. Primero reclamó 40.000 euros por despido improcedente y al no conseguirlos, se empleó en sustraer joyas del patrimonio.

No solo arrambló con el Códice del Archivo de la catedral, también sustrajo varios libros religiosos de la Edad Media, entre ellos uno de los Libros de Horas, cuya desaparición había sido denunciada por el deán del templo. Son, según los expertos, textos únicos de rezos y salmos medievales. Junto al Liber robó ocho facsímiles del Códice Calixtino.

Con paciencia de hormiga, el electricista vengador robó numerosa documentación relacionada con los responsables y religiosos de la catedral, correspondencia privada de los canónigos y llaves de acceso a dependencias del templo. La mano planificadora de una extorsión en toda regla a sus antiguos jefes y a todo el entorno para el que trabajó.

Primero fue empleado, pero sus vínculos con la catedral no habían cesado. Cual devoto impenitente, el electricista acudía tras su despido a diario a la catedral y participaba en algunos de sus servicios religiosos. El ladrón ha estado siempre dentro, diariamente, como una sombra que clama «vendetta».
 
   

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