lunes, 25 de junio de 2012

Patentan nuevo sistema de vacunación para la acuicultura

Marta Gomez-Chiarri y el profesor David Nelson, de la URI, recibieron un premio por su trabajo


Uno de los mayores desafíos que afronta la industria acuícola es la gestión sanitaria. El brote de una enfermedad puede diseminarse rápidamente y matar hasta el último pez. Y como el uso de antibióticos está restringido en las granjas acuícolas, las vacunas son una de las mejores opciones para mantener la población saludable.

“Las vacunas de ADN son un tipo novedoso de vacuna que probó ser muy efectivo para prevenir enfermedades, pero sólo cuando se las administra en el músculo del pez o por medio de un dispositivo que dispara partículas de oro con material genético”, explica Marta Gomez-Chiarri, profesora de pesca de la Universidad de Rhode Island (URI). “Pero vacunar de a un pez a la vez es muy caro”, agrega la científica.

Gomez-Chiarri y el profesor de la URI, David Nelson desarrollaron un sistema de vacunación económico y simple que implica la inmersión de los peces en un baño con la vacuna. Los científicos de la URI consiguieron patentar su descubrimiento y recibieron, en una ceremonia realizada el mes pasado, el Premio de Excelencia la Propiedad Intelectual de la División de Investigación y Economía de la URI.

“Se pueden tratar muchos peces rápidamente con una inmersión”, destaca Gomez-Chiarri, residente de Jamestown. “En un principio, llegaba muy poca cantidad de la vacuna de ADN a los peces como para ser efectiva, tal vez porque se degradaba en el agua o en las vísceras de los peces. Por eso, encontramos una manera de colocar la vacuna dentro de bacterias que son buenas para introducirse en los peces, y luego sumergimos los peces en la solución bacterial.”

La clave era que la vacuna llegue a los tejidos adecuados para que el sistema inmune la reconozca y produzca una respuesta inmune adecuada. Pero también genera preocupación.

“Los patógenos de los peces son realmente buenos para ingresar en ellos, pero logramos atenuar su virulencia para que puedan recibir la vacuna sin provocar la enfermedad. Ese es un buen equilibrio”, afirma la investigadora.

Gomez-Chiarri dice que todavía queda mucho por hacer antes de que se pueda comercializar este método. El método de inoculación fue probado inicialmente utilizando una vacuna contra un virus de la trucha que es común en las granjas acuícolas en el Pacífico noroeste. Y espera probar, en breve, una versión refinada de la vacuna allí.

“En general, uno se dedica a las enfermedades que tienen un gran impacto económico y afectan una variedad de especies”, señala Gomez-Chiarri. “Muchas compañías que desarrollan vacunas, por ejemplo, intentan ayudar a la industria salmonicultora de Chile, que fue afectada por un virus similar al de la gripe que provoca anemia infecciosa del salmón.”

Solicitar una patente puede ser un proceso largo y caro. Llevó casi 10 años para que la Oficina de Patentes de Estados Unidos concediera la patente a Gomez-Chiarri y Nelson para su sistema de vacunación.

“Nuestro próximo paso es intentar utilizar otros tipos de bacterias para preparar la vacuna y luego comparar el método de inoculación inyectable con la inmersión. Esperamos encontrar una empresa que se interese en nuestro trabajo y que esté dispuesta a financiarnos para continuar avanzando”, manifiesta esperanzada la investigadora.

 

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